ESTUDIOS Y TRABAJO

 A veces se hace complicado tener una continuidad cuando estás estudiando o trabajando a causa de los episodios, tanto depresivos como maníacos, pero no es imposible conseguir un equilibrio y poder llevarlos a cabo.

Para mí la clave es detectar los primeros síntomas y actuar en seguida para poder volver a la rutina. Aunque hay que comprender que en ciertas ocasiones donde los episodios son más graves hay que tomarse una pausa y continuar más adelante.

Voy a contar mi experiencia por si le sirve a alguien. Empecé la universidad con 18 años. Estudié enfermería, que era y es lo que me gusta. En primer curso suspendí dos asignaturas y me tocó recuperarlas en septiembre. Ese verano tuve mi primer episodio depresivo. No quería salir, me encontraba fatal, quería dejar los estudios, no quería ni ducharme, iba todo el día en pijama. Mis padres no sabían qué pasaba. Para mitad de verano mejoré y llegó septiembre y aprobé esas dos asignaturas con buena nota.

A partir de ahí empecé a tener altibajos. Me vio un psiquiatra y me dijo que probablemente tenía trastorno bipolar. Yo no lo quería creer y mi madre me llevó a un psiquiatra particular que me trataba con homeopatía. Fue un error muy grande, ya que la homeopatía no me sirvió de nada y cada vez empeoraba más. Este psiquiatra me decía que todo era a causa de mi personalidad y seguía dándome cosas que no servían para nada. Acabé la carrera con mucho esfuerzo a los 21 años, aprovechando las fases de eutimia y yendo a este psiquiatra que lo único que hacía era vender humo. 

Fue a los 23 años cuando tuve mi primer brote psicótico. Me ingresaron en el hospital y lo pasé muy mal. Tuve la suerte de contar con el apoyo de mi familia, amigos y mi pareja, que ahora es mi marido. Éramos muy jóvenes pero me apoyó muchísimo. En este ingreso me diagnosticaron trastorno bipolar de tipo I y por fin pude comenzar con el tratamiento y la terapia adecuada. Por fin podía poner un nombre a todo aquello que me pasaba.

A partir de ahí empecé a trabajar esporádicamente, ya que al principio solo tenía trabajo en verano y en navidad. El resto del tiempo lo dediqué a formarme. Hice un máster, varios cursos, estudiaba para preparar oposiciones o para hacer el examen EIR, que es para poder optar a una especialidad de enfermería y trabajé en varias residencias. Tuve varios episodios durante este tiempo, pero no demasiado graves.

En 2011 conseguí una plaza para estudiar la especialidad de matrona. Yo estaba contentísima, pues era lo que siempre había querido hacer. Por desgracia ese mismo año tuve la peor experiencia de mi vida. Mi padre, al que yo estaba muy unida y que estaba pasando por una depresión muy importante, se suicidó. Fue un golpe terrible, pero yo sabía que tenía que ser muy fuerte por mi madre y mi hermano. Así que luché mucho y continué con mis estudios de matrona. Lo pasé muy mal, pensé en renunciar varias veces, pero mi madre me aconsejaba seguir, era bueno mantenerme ocupada. Así que eso hice, en 2013 me convertí en matrona.

Poco después salieron unas oposiciones para enfermería y me propuse aprobar para tener un puesto fijo. Así fue, conseguí sacarme una plaza que me permitía tener un trabajo fijo y empecé a trabajar. He tenido varios episodios desde aquello, me han tenido que cambiar de servicio por motivos de salud y he tenido que coger muchas bajas, pero estoy contenta con mi trabajo, y aunque sea duro a veces, tengo muy buenas compañeras que saben lo que me pasa y me apoyan.

Así que ya veis, todo se puede conseguir con esfuerzo, aunque tenemos que aceptar nuestras limitaciones, y si algún día no puedo seguir trabajando y me incapacitan lo aceptaré y trataré de llenar mi vida pasando tiempo con mi familia y hacer, siempre que pueda, cosas que me gusten y me aporten bienestar.

Muchas gracias por leerme y mucho ánimo. 

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